PRESENTACIÓN


 

A partir de que el libro caiga en tus manos, o de que tú caigas por estas páginas, ninguna cabeza que se te ponga delante volverá a ser igual. O el libro termina contigo o tú terminas con conocimientos “casi” infinitos sobre cabezas, pelos, pelucas y otras pelambreras. Hay quien cree que los pelos sólo sirven para abrigar el cráneo, o para hacerse ricitos con el dedo, pero con este libro vas a descubrir que con unos cuantos pelos también puedes montar un laboratorio en el que hacer divertidos descubrimientos.

Descubrirás que la Ciencia tiene muchas cosas en común con el tupido mundo de los pelos. Por ejemplo, quienes nos dedicamos a la Ciencia, aunque a veces parecemos gente seria (y eso que vamos en bata), nos lo pasamos de cine en el trabajo. Tampoco solemos tener pelos en la lengua: discutimos todo el rato si lo que hacemos se puede mejorar y, si descubrimos algo nuevo, enseguida vamos corriendo a contárselo a quien a quien quiera escucharnos.

Otra cosa que vas a descubrir con estos experimentos es que para hacer Ciencia no puedes quedarte mirando las musarañas en el sofá. Hay que aprender a buscarse la vida. Por ejemplo, ¿de dónde puedes sacar mechones de pelo de distintos colores? ¡Pues está claro! Vas a tener que hacerte cómplice de alguien que trabaje en una peluquería porque eso te va a asegurar la provisión de material para tus investigaciones. Y ya de paso, aprovecha para asarle a preguntas, que seguro que sabe un montón de cosas sobre los pelos que a ti te interesan.

También te advertimos de que alguno de los experimentos que aquí te proponemos puede no salir a la primera, o que lo que salga no acabe de convencerte. Así que si un día te encuentras pensando sobre cómo hacer mejor el experimento, ya sabes: ¡estarás desarrollando una mente científica! Y si la idea genial se te ocurre en la ducha, no hagas como dicen que hizo Arquímedes, ponte un albornoz antes de salir por ahí gritando aquello de ¡Eureka! ¡Eureka!

¿Por qué hemos invertido tiempo en montar estos 10 experimentos? Pues porque creemos que es interesante y necesario que aprendas a pensar por tu cuenta. Y para eso nada mejor que desarrollar un poco de espíritu científico: tienes que hacerte preguntas que te interesen, cuestionar esas cosas que son así “porque sí”, aprender a tener método y rigor con los experimentos y criticar, incluso, las conclusiones a las que llegues. Esa será la mejor manera de desarrollar tus propios criterios sobre lo que sucede a tu alrededor. Y sobre todo, recuerda que hay que ser libre para pensar, para ser originales y darle rienda suelta a la curiosidad, que para eso la tenemos. Porque si hay alguna cosa cierta, aparte de que la Tierra no es redonda, es que lo que distingue a una persona inteligente de un pelele es la curiosidad.

Equipo de Ciencia Infinita